Blog Oficial de la Real, Muy Antigua, Ilustre, Fervorosa y Humilde Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de La Palma del Condado

Reglas de la Real, Muy Antigua, Ilustre, Fervorosa y Humilde Hermandad de Ntra. Sra. del Rocío de La Palma del Condado


“ Que llueva, que ventee, que haga frío..."

“ Desde hace trescientos años se viene dando culto en esta población a Nuestra Amantísima Madre la Virgen del Rocío por nuestros padres y antepasados, que se asociaron en Hermandad por tan laudable objeto”. Este párrafo es de las Reglas de la Hermandad del año 1885. Es decir, que si hacemos caso a las tradiciones orales – que a veces contienen más verdad que los propios documentos – esta nuestra Hermandad de La Palma alcanza, con bastante aproximación, los cuatrocientos años de existencia. Ni más ni menos. Y cuatrocientos años peregrinando al Rocío, uno tras otro, son una cifra demasiado importante.

Pero por encima de los privilegios que esta antigüedad conlleva, superadas las bizantinas discusiones sobre órdenes y lugares de honor, pequeñas y humanas vanidades al fin, mucho más allá de todo esto está el amor y devoción. Amor y devoción que el pueblo entero de La Palma, pone generosamente cada Pentecostés a las Divinas Plantas de la que es Reina de las Marismas de la Tierra y Soberana Emperatriz de los Cielos.

Al poner en tus manos, hermano de la Hermandad de La Palma del Condado, esta edición de las nuevas Reglas, que han sido redactadas según la normativa del Estatuto Marco para las Hermandades y Cofradías de Huelva, en las sesiones de 13 de octubre y 1 de diciembre de 1997, celebradas por el Consejo Diocesano de Presbiterio, queremos que a través de ellas estés siempre y en todo momento al corriente de cómo y por qué se organiza, se vive y se gobierna la Hermandad. No al capricho de unos pocos sino al mandato de la autoridad eclesiástica. No hay que olvidar nunca que las hermandades son y quieren seguir siendo hijas fidelísimas de Nuestras Santa Madre Iglesia, y serán siempre dóciles a sus consejos y obedientes a sus órdenes. Nadie, pues, se autoconceda el derecho de incumplirlas, ni mucho menos el de interpretarlas a su gusto.

Que todo sea para mayor Gloria de Dios y de su Santísima Madre.

¡VIVA LA VIRGEN DEL ROCIO¡
¡VIVA LA BLANCA PALOMA¡